My Bloody Valentine

"Kiss your fear"

una foto de la portada del disco

Loveless comenzó a trabajarse a mediados de 1989, con el plan original de grabarlo en solo cinco días en los estudios Blackwind de Londres. Pero esta idea, propuesta originalmente por el sello Creation, rápidamente quedó descartada. La grabación se fue dilatando en un lento proceso en el que, salvo los ingenieros de sonido Alan Moulder y Anjali Dutt, nadie comprendía las ideas que atravesaban la psiquis de Kevin Shields. Es que Loveless no se trataba de un disco con un conjunto convencional de canciones, sino más bien de una imagen o proyección mental cuyas ideas sonoras estaban en constante e infinito desarrollo. Uno podría pensar que en 1991 la salida de un álbum como Loveless sería toda una revelación mundial, pero las cosas fueron un tanto diferentes: cuando el disco salió por primera vez en las tiendas de discos un 4 de Noviembre (tan solo 6 semanas después de ‘Nevermind’), su recibimiento fue tan pobre y poco valorado por la audiencia que prácticamente llevaron a la quiebra a su casa disquera: ‘Creation Records’, que había invertido cerca de 480,000 libras en 2 años de grabaciones y decenas de productores diferentes.
Tal fue el nivel de exigencia que Shields tenía consigo mismo y con la experimentación sónica de Loveless, que para la canción « To here knows when », (que sería lanzada en un EP llamado ‘Tremolo’ como un adelanto del disco), la banda se tomó casi una semana para grabar únicamente el sonido de un pandero hasta que finalmente quedaron satisfechos; pero eso no sería todo, entre 1989 y 1991 la banda cambiaría constantemente de estudios de grabación buscando ingenieros de audio, equipos de sonido y técnicas de grabación que cumplieran con los extraños requerimentos que la banda requería. Esto generó incontables conflictos finacieros para Alan McGee (dueño de Creation Records) que para mediados de 1991 se encontraba en bancarrota y sucumbía en deudas de millones de dólares para continuar la grabación del disco con sus 19 productores y una veintena de estudios de grabación.
El proceso final del disco estuvo a la altura épica de toda la historia de caos, romanticismo y obsesión artística que lo atravesó. Luego que el ingeniero Dick Meany realizó las mezclas finales en los estudios Church de Londres, se utilizó para la edición final una máquina de ensamblaje de audio de películas de los años setenta que provocó la desincronización de todas las mezclas finales. Milagrosamente, Shields pudo reconstruir las mezclas finales de memoria y luego de un proceso de masterización que llevó 13 días, Loveless estuvo finalmente concluido.

una foto de la banda tocando en vivo
“Nos llevó mucho más tiempo de lo pensado y nadie lo disfrutó. Colm la pasó mal en aquel entonces. No podía tocar la batería, no sonaba tan bien como antes. Los cuatro nos estábamos perdiendo a nuestra manera, Dios sabe por qué… recuerdo y me pregunto si fue el cansancio o el estrés acumulados. No teníamos dinero. Colm no tenía hogar, dormía en sofás y la relación entre Kevin y yo se estaba rompiendo. Francamente, nos estábamos volviendo locos el uno al otro. La única razón por la que el álbum se llamó ‘Loveless’ es porque todo eso ocurrió cuando lo hicimos”. (Blinda Blutcher)

A 30 años de su publicación, Loveless puede comprenderse como quizás el último gran experimento de la cultura rock hasta la fecha. Cambió para siempre la manera de comprender a la guitarra, y su proceso creativo reviste el carácter de utopía artística convertida en álbum de música. A su vez, representa el último escalón en el intento de elevar al rock a un nuevo y desconocido universo, algo que incluso muchas bandas de guitarras en la actualidad no se atrevieron o pudieron superar. También es un ejemplo claro de cómo lo orgánico puede convivir con la tecnología en una relación guiada por el pulso humano, una idea que cobra relevancia en un presente musical en el que lo digital ha tomado una preeminencia por sobre lo artesanal. Loveless aún permanece vigente y nos invita al desafío de volver a pensar a la cultura rock como una herramienta de transformación radical del imaginario y la percepción social.

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