My Bloody Valentine se formó en Dublín en 1983, tomando su nombre de la película homónima canadiense de 1981 dirigida por George Mihalka. Durante su primera etapa, el vocalista principal de la banda era David Conway, junto a quien grabaron el EP Geek! en 1985. En sus inicios, no faltaron los problemas, los cuales potenciados con el escaso éxito de su sucesión de Ep's y de sus dos primeros discos los obligaría a radicarse en Inglaterra. Influenciados por la escena de post punk integrada por Public Image Ltd, Bauhaus y Misfits, su identidad sonora pegaría un cambio con la partida de Conway y la llegada en 1987 de la cantante y guitarrista Bilinda Butcher.
Para cuando salieron los EPs Strawberry Wine y Ecstasy ese mismo año, Shields y Butcher habían modificado radicalmente la raíz armónica y melódica de la banda.
¿Qué tiene de especial el grupo? Al menos un par de discos desarmantes, aunque sobre todo impresionan por sus numerosos y originales conciertos. Su gira de festivales en 2009 resucitó su prestigio tras una larga hibernación: sus himnos conservaban su potencia y sutileza; cuando tocaban en salas, repartían tapones para los oídos para evitar lesiones auditivas.
Entre sus escasos lanzamientos encontramos ‘Loveless’, un disco vanguardista que marcó un antes y un después en la historia de My Bloody Valentine y del propio subgénero conocido como shoegaze. Musicalmente fue el momento en el que la banda logró llegar al punto más alto de su creatividad, dejando muy atrás a su álbum debut ‘Isn’t Anything’, gracias a la obsesión de Kevin Shields (líder y guitarrista) por agregar capas y capas de guitarras distorsionadas por el efecto Tremolo en cada track, con lo que llegó a llamar la atención de artistas como Robert Smith y Brian Eno. La historia de Loveless, su obra maestra que este año cumplió 30 años, implicó un antes y un después a la hora de pensar a la guitarra como instrumento y en la manera de concebir un disco de rock. El segundo álbum de la banda se volvió la imagen de una obsesión infinita para la cultura rock, una que arrastra y derriba mitos en su proceso de creación.